Al inicio de su famosa conferencia inaugural en el Collège de France, Michel Foucault declaraba el deseo de no tener que empezar: “No querría tener que entrar yo mismo en este orden azaroso del discurso; […] querría que me rodeara como una transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta, en la que otros responderían a mi espera” (Foucault 1992 [1970]: 5). La conmemoración de Humberto Giannini conjura mágicamente, al menos para mí, ese peligro inútil al que nos exponemos con el tránsito desde el silencio al lenguaje. Esa curiosa forma de intemperie en que acechan la arbitrariedad y el desatino. El nombre de Giannini evoca esa “transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta” que demanda el deseo descrito por Foucault. Quienes nos sentimos interpelados debemos atesorar este a priori de hospitalidad que desdramatiza el pasaje al habla. Tan diferente de aquella solemnidad cetrina, homicida, con que la institución (y sus agentes) espera la palabra. La amistosa absolución que propone Giannini no deja de imponer también, sin severidad, medida o mesura al decir y a su tono. Este sentido justiciero que redondea la relación de Giannini con el lenguaje se manifiesta en su gusto por las Quaestiones Disputatae y, sobre todo, en una trayectoria como polemista.
Solari G., P. (2016). El nombre de Jorge Millas en la escritura de Humberto Giannini. Actas Del Coloquio Internacional Conversaciones Humberto Giannini, (1). Recuperado a partir de https://actascoloquiogiannini.uchile.cl/index.php/ACI/article/view/42990